Iniciamos hoy una serie de tres capítulos sobre el riego
en la viña
¿Cuándo tengo que empezar los riegos en la viña? ¿En qué
momentos del desarrollo de la viña? ¿Cómo tengo que regar? ¿Cuánta agua tengo
que aportar?
Aunque la viña es un cultivo adaptado a condiciones de
climas cálidos y secos, si podemos aportar agua a través del riego, podemos
manejar su respuesta al estrés, de tal manera que nos acerquemos más a nuestros
objetivos productivos.
La primera pregunta que nos deberíamos hacer ya desde antes
del diseño del sistema de riego, es ¿Qué objetivo vinícola tendrá la uva que
quiero producir? Entenderéis que no es lo mismo si yo quiero hacer un vino
blanco fresco que si quiero hacer un vino tinto cuyo objetivo sea ir a una
elaboración de guarda prolongada (por ejemplo reserva o gran reserva), ya que
en primero lo que prima es la fruta y la acidez y en el segundo otros aspectos
como la carga polifenólica, alcohólica… que debe tener a la fuerza para poder
soportar un proceso de crianza.
La observación del ápice es una buena herramienta para saber si la planta tiene o no necesidad de agua |
Como casi todo en este sector el problema está en la base,
no hay un diseño ajustado a los objetivos productivos,
ni siquiera a los
diferentes terrenos que tiene el viñedo. Otros condicionantes importantes
serán: el coste del agua, su disponibilidad, los tiempos de riego, los
rendimientos legales, las limitaciones en fecha.
Si tuviéramos que establecer un estándar para el riego lo
podríamos hacer por fases del desarrollo de la viña.
DESDE BROTACIÓN A
TAMAÑO GUISANTE
El objetivo en esta
fase es que la vegetación alcance su máximo necesario para que el equilibrio superficie
foliar/producción sea el óptimo. Conseguir entrenudos de 7-10 cm,
12-15hojas/pampano, tener una vegetación completamente desarrollada cuando la
uva alcance el tamaño guisante, intentar para el crecimiento antes de envero,
atenuar la senescencia de la baya, favorecer la fertilidad de las yemas de la
campaña siguiente, favorecer el crecimiento de las raíces.
Es probable que es muchas regiones vitícolas este periodo de
necesidades está cubierto por la acumulación de agua en el invierno y por las
lluvias de la primavera. Esto es fácil de comprobar, si los extremos superiores
de los racimos estás doblados (como se aprecia en la foto, de la parte superior) la cepa tiene
disponibilidad de agua en el suelo y por tanto no necesita aportación extra de
agua. Es un error muy común regar en esta época cuando la viña no tiene ninguna
necesidad y limitar los riegos más adelante.
Otro error muy común de este periodo es regar cuando la viña
no ha brotado y está empezando a brotar, ya que la cepa no tiene es ese momento
capacidad de absorber el agua del suelo y lo que estoy haciendo es gastar
dinero y malgastar un recurso limitado sin ninguna necesidad.
¿Qué provoca un déficit de agua en este periodo?
Brotación irregular, crecimiento ralentizado, falta de
desarrollo (lo que provocará una mala maduración) debilitamiento de la cepa
para el año siguiente, ausencia de reservas y bajada de la fertilidad de las
yemas, incluso en alguna variedad puede suponer un riesgo para la supervivencia
de la planta.
¿Qué consecuencias tiene un exceso de agua en este periodo?
Viña con exceso de vigor, que genera baja porosidad y alto riesgo de enfermedades fúngicas |
Si el exceso se produce por las condiciones del clima y no
por la aportación del riego, lo podemos controlar con una mayor carga de
yemas/cepa y la utilización adecuada de las cubiertas vegetales.
Una baja porosidad generará problemas de maduración y alto riesgo de aparición de enfermedades |
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